Fuente: www.talcualdigital.com

(Waka Noticias. Puerto Ayacucho, 13/04/2020).- El sábado 21 de marzo tres hombres fueron asesinados en la calle El Porvenir del sector El Observatorio, en la parroquia 23 de Enero de Caracas. Las tres víctimas y un cuarto hombre que resultó herido, estaban jugando una partida de dominó, cuando un grupo de sujetos armados se les acercó, intercambiaron palabras y se originó el tiroteo.

Dos versiones se manejaron en torno a este hecho. Una sostenía que las víctimas habían sido asesinadas por “incumplir la cuarentena” decretada una semana antes, para prevenir el contagio del coronavirus; la segunda apuntaba hacia un “ajuste de cuentas”. Ambas versiones daban por responsables a integrantes de los llamados “grupos colectivos”, que operan en la zona.

Cinco días después, el jueves 26 de marzo usuarios de las redes sociales reportaron el inicio de una intensa balacera en el barrio José Félix Ribas de Petare y zonas aledañas. Los tiroteos, que se extendieron por varios días y que segaron la vida de un hombre, que fue alcanzado por una bala perdida cuando estaba cargando agua con su esposa, se deben a presuntos enfrentamientos entre bandas rivales por el control de la zona.

Más tarde, ese mismo día, otra refriega tuvo lugar al otro extremo de la ciudad. Un grupo de delincuentes con armas en mano, salieron por las calles de varios sectores de la parte alta de El Valle y efectuaron múltiples disparos, contra otro grupo de delincuentes locales, informaron fuentes policiales.

Para algunos expertos, lo anterior, además de ser una prueba del poderío que algunos grupos criminales ostentan y ejercen sobre ciertas zonas de la capital, tiene en común la impunidad y la indiferencia por parte del Estado. Señalan que las ejecuciones sostenidas de diversos delitos sin que sus autores sean aprehendidos y castigados, incentivan a estos grupos criminales a seguir delinquiendo.

“Es lamentable que estas bandas delincuenciales y los grupos parapoliciales que se hacen llamar colectivos asesinen a la gente y se sientan con la autoridad de caminar por las calles, portando armas de fuego, imponiendo su ley y sembrando terror en estas comunidades secuestradas por la violencia”, manifestó Luis Godoy, exdirector de la División Contra Homicidios del Cicpc y de las policías municipales de Baruta y Chacao.

Colectivos suplantan al Estado

El control social que ejercen grupos violentos y criminales es un fenómeno que se ha dado en varios países de Latinoamérica como Brasil, con la megabanda denominada Primer Comando de la Capital, en El Salvador con las maras, incluso en México, con los carteles del narcotráfico.

Para el abogado y criminólogo Luis Izquiel, en el marco de ese control social “estos grupos han suplantado al Estado y ejercen la violencia a la que están acostumbrados y a eso corresponde el triple homicidio ocurrido en la parroquia 23 de Enero, donde varios habitantes de la zona señalaron a los integrantes del colectivo ‘Tres Raíces’, como los responsables de la masacre”, sostuvo el abogado.

Señaló que lo ocurrido en el 23 de Enero refleja el abandono de ciertos territorios por parte del Estado y que debido a esa desidia, hoy son dominados por grupos violentos de diversas categorías, que ejecutan el control y aplican las leyes que mejor les parezcan.

“Es una anarquía total. Estamos volviendo a la época medieval, a la Ley del Talión. En vista de que el Estado no hace nada para aplicar justicia, entonces otros grupos se sienten con el derecho de ejercer violencia, contra los que faltaron a una orden. Estamos volviendo a la época primitiva”, refirió Izquiel.

El abogado destacó que “es deber del Estado aplicar justicia en el caso de los asesinatos del 23 de Enero, así como acabar con la anarquía que imponen estos grupos irregulares, al dominar toda una parroquia y creerse dueños de la vida y de los bienes de los ciudadanos de bien, que viven allí”.

Delincuencia sin tregua

Aunque las restricciones aplicadas para evitar el contagio y propagación del Covid-19 puedan influir en la disminución que ciertos delitos puedan presentar, la delincuencia no da tregua, ni mantiene distanciamiento social. “Los grupos delincuenciales continúan con las acciones criminales, quizás con menos intensidad porque no hay tantas víctimas potenciales en la calle, pero esto no se traduce a delincuencia cero”, señaló un funcionario policial, que pidió reserva de su identidad.

El pasado 3 de abril un adulto y dos niños fueron sorprendidos por unos hombres armados que ingresaron en la residencia situada en la calle Yaracuy de la urbanización El Marqués. Al lugar se presentaron comisiones de Polisucre, quienes lograron recuperar algunas de las pertenecías sustraídas de la vivienda. Se desconoce si hubo captura de los delincuentes.

Un día antes, el 2 de abril, una comisión de la Policía del Municipio Sucre acudió a la entrada del barrio La Alcabala, luego de que fueron avisados acerca de un grupo de hombres que habían obstaculizado la vía, con la intención de robar a las personas que circularan en vehículo por la zona. Tras la llegada de los efectivos al lugar, los sospechosos huyeron y lanzaron piedras contra los policías.

Luis Cedeño, sociólogo y director de Paz Activa señala que conforme se agudice la crisis, nuevos métodos y formas del delito van surgiendo y resaltó que “la delincuencia no va a desaparecer porque estemos en cuarentena, por el contrario, aquí es donde la inventiva y la creatividad del fenómeno delictivo se manifiesta”, expresó.

La delincuencia tiende a movilizarse, a buscar nuevas oportunidades en espacios donde no las había, buscará la forma de cometer su acción criminal y migrará de una actividad hacia otras, en lo que a modus operandi se refiere. En este sentido, Cedeño advirtió que la delincuencia organizada siempre buscará nuevas formas innovadoras para adelantar la actividad criminal, pese a la alarma mundial por el coronavirus y la cuarentena.